16 de enero de 2017

Cuando no somos correspondidos

Siempre duele saber que nuestros sentimientos hacia otra persona no son correspondidos. Esto nos puede suceder en cualquier fase de una relación, tanto al poco tiempo de empezar a salir con alguien, como con la que es nuestra pareja desde hace ya algún tiempo. También nos puede pasar con alguien que nos gusta, pero con quien no mantenemos ninguna relación sentimental.

Cuando entregamos lo mejor de nosotros mismos porque así lo sentimos y después nos damos cuenta de que la otra parte no tiene la misma ilusión ni siente lo mismo que nosotros, podemos llegar a plantearnos si es debido a algo que hemos hecho mal, a algún rasgo de nuestra personalidad, a nuestro físico, a nuestra forma de pensar, etc. lo que ha llevado al otro a rechazarnos. En líneas generales, y sobre todo al principio, podemos llegar a creer que algo está mal en nosotros, en lugar de pensar que simplemente no somos lo que esa persona busca en ese momento y que no tiene nada que ver con nuestro valor como personas.

Somos perfectamente conscientes de que no todas las relaciones de pareja funcionan y sin embargo, cuando la nuestra falla no dejamos de preguntarnos por qué y de sentirnos unos desgraciados. Pues hay una razón muy simple: que el otro o la otra no quieren estar con nosotros, por el motivo que sea. Ese argumento debería ser más que suficiente para que nosotros tampoco queramos esa relación. 

Debemos aprender a respetar las decisiones de los demás y a no cuestionarlas. Si alguien no quiere permanecer a nuestro lado tendrá sus razones y si no quiere compartirlas con nosotros tampoco deberíamos perder el tiempo intentando entenderlas. Lo más inteligente es pasar página y ocuparnos de lo único que está en nuestra mano, que es cuidar de nosotros mismos para recuperarnos cuanto antes y tener una relación plena con alguien que se sienta afortunado por tenernos en su vida y nos corresponda con los mismos sentimientos.


2 de enero de 2017

Lecciones aprendidas

De la misma forma que es bueno fijarnos unos objetivos para el año que acaba de empezar, es muy positivo hacer balance de todo lo vivido en 2016:

- Logros que hayamos conseguido.
- Miedos que hayamos enfrentado e incluso superado.
- Vivencias que nos hayan permitido crecer un poco más.
- Personas que hayan llegado a nuestra vida y otras que se hayan marchado.
- Reencuentros que no creíamos que fueran a producirse nunca.
- Momentos tristes en los que hayamos llorado.
- Situaciones que nos hayan hecho reír y sentirnos felices.
- Saber que somos importantes para otros.
- Decepciones o desengaños.
- Arrepentirnos por habernos comportado mal o haber dicho algo inapropiado.
- Pedir perdón.
- Sentirnos perdonados.
- Agradecimiento por todo lo que tenemos.
- Haber ayudado a los que lo necesitaban.
- Enamorarnos.
- ...

Son muchas las cosas que pueden habernos pasado a lo largo de un año. Algunas habrán sido buenas y otras no tanto, pero tenemos que aprovecharlas todas para ser mejores personas en el futuro. Las lecciones aprendidas de cada año que dejamos atrás deberían ser una herramienta fundamental para los siguientes. Seremos un poco más viejos, pero también contaremos con una mayor experiencia en la vida y nos conoceremos mejor a nosotros mismos. Estamos cada vez más cerca de alcanzar lo que buscamos, es cuestión de seguir luchando por ello y de no castigarnos por los errores que  hayamos cometido, ya que son la mejor manera de aprender.

Feliz Año Nuevo para tod@s!