23 de junio de 2015

Asociaciones del pasado

Como seres humanos que somos, es frecuente que tendamos a generalizar, a dar las cosas por sentado y a juzgar situaciones o personas basándonos en nuestras experiencias personales. Asociamos ciertas cosas con sentimientos positivos y otras con sentimientos negativos, pero debemos ser conscientes de que esas asociaciones no siempre se corresponden con la realidad. Podemos experimentar situaciones que nos hacen sentir bien en un momento dado, pero que a la larga son negativas para nosotros y de la misma forma podemos evaluar algo como negativo cuando realmente no lo es tanto.

En ocasiones seguiremos haciendo las mismas asociaciones que solíamos hacer cuando éramos niños, sin darnos cuenta de que nuestra situación actual no es la misma que cuando teníamos 5, 10 o 15 años. Ahora somos adultos y tenemos plena capacidad para cuidar y responsabilizarnos de nosotros mismos. Podemos decidir qué necesitamos, qué deseamos y cuáles son nuestras expectativas. Además ahora escucharemos y respetaremos nuestros propios sentimientos y opiniones, incluso cuando otros no lo hicieran en el pasado.

Todas esas asociaciones del pasado no tienen en cuenta la madurez, las habilidades y los conocimientos que hemos ido adquiriendo con el paso de los años y por tanto no siempre tienen validez en el presente. Si durante nuestra infancia temíamos decir o hacer algo que pudiera enfadar a nuestros padres, profesores o amigos, no sería raro que hubiéramos arrastrado ese temor hasta nuestra edad adulta.

Algunas asociaciones (especialmente las negativas) son muy útiles para ayudarnos a identificar experiencias que ya hemos vivido y no queremos que vuelvan a repetirse en nuestras vidas. Sin duda nos pueden ayudar a protegernos y apartarnos de las situaciones y personas que nos hacen revivir esos momentos desagradables.

No obstante, si para protegernos de volver a sufrir hacemos demasiadas asociaciones negativas, correremos el riesgo de considerar a todas las personas que nos rodean y los acontecimientos que se producen en nuestra vida como potenciales amenazas, cuando no lo son realmente. Tenderemos a reaccionar ante ellas de forma desproporcionada o incluso a aislarnos y adoptar una actitud pasiva para evitar el conflicto que asociamos con el temido rechazo o abandono.

Por tanto, para que una asociación nos sea útil debemos analizar el contexto actual para ver si es el mismo o al menos parecido al que se dio originalmente, pero sobre todo no debemos dejar que las situaciones que vivimos en el pasado (positivas o negativas) nos cieguen para hacer una valoración real del presente.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por participar en este blog