27 de mayo de 2015

Zapatos nuevos

Muchos de nosotros hemos permanecido más tiempo del deseable en relaciones en las que nos hemos sentido heridos, confundidos e inseguros. Si desde pequeños hemos aprendido que el amor requiere de sacrificio, trabajo y bastantes lágrimas estaremos habituados a luchar hasta la extenuación para que una relación funcione. 

Naturalmente habrá momentos en los que seremos felices con nuestra pareja, pero hay que valorar de forma realista si la mayoría del tiempo estamos bien o por el contrario vivimos en un estado general de nerviosismo, con miedo a decir algo o a expresar nuestros sentimientos y pensando continuamente en cómo podemos arreglar nuestra relación. Si nos sentimos así es porque no somos felices junto a esa persona, aunque lo fuéramos durante las primeras semanas o los primeros meses, antes de que pudiéramos conocer cómo era realmente.

Es como si nos empeñamos en calzarnos unos zapatos que no son de nuestro número. Podremos caminar con ellos durante un tiempo con los dedos encogidos y un terrible dolor de pies, pero nunca conseguiremos andar como lo haríamos con un calzado de nuestra talla, con el que nos sintamos cómodos y podamos movernos todo lo que queramos.

Cuando nos aprieta un zapato no dudamos en cambiarlo. Si es cuestión de una pequeña rozadura podemos probarlo durante un tiempo para ver si se adapta a nuestro pie, pero si sigue molestándonos decidiremos ir a la tienda a comprar unos nuevos.

Por otro lado, no podemos pretender que el primer zapato que nos probemos se nos ajuste a la perfección, tendremos que probar unos cuantos para saber cuál nos gusta más y con cuál nos sentimos más cómodos. El que no nos queda bien lo descartamos y buscamos otro, no supone un reto personal meter nuestro pie ahí dentro. Será perfecto para otras personas que lo comprarán, pero no lo es para nosotros.

Este mismo criterio, que parece muy simple, es el que deberíamos seguir con las relaciones que no nos permiten ser felices, y sin embargo nos empeñamos en permanecer junto a personas con las que continuamente experimentamos incertidumbre, dolor y sufrimiento, con la esperanza de que algún día cambiarán.

Una buena cuestión sobre la que reflexionar es si seríamos felices el resto de nuestra vida con nuestra relación de pareja tal y como es ahora mismo. Velemos por nuestra felicidad cada día, no esperemos al futuro para ser felices porque el presente es lo único que existe realmente.




26 de mayo de 2015

Las fases del duelo (V): Aceptación

Después de haber pasado por todas las fases del duelo, por fin llegará un día en que podamos pensar en nuestra ex-pareja sin que nuestro corazón sufra. Es normal que sintamos algo de tristeza y añoranza, pero dentro de nosotros habitará un profundo convencimiento de haber hecho lo correcto.

Cuando conseguimos centrarnos en nuestra recuperación y dejar a un lado todo lo demás empezamos a sentirnos felices de nuevo, volvemos a hacer planes con ilusión, disfrutamos de nuestro tiempo en soledad y casi sin darnos cuenta ya no tendremos que hacer esfuerzos para ceñirnos al Contacto Cero, que surgirá de forma natural porque habremos recuperado nuestra vida y esa persona ya no forma parte de ella, por lo que no sentiremos la necesidad de comentar nada con quien tanto compartimos en su día.

Alcanzar esta última fase del duelo es lo que nos permite pasar página y seguir adelante, pero antes de llegar a la aceptación es muy probable que hayamos tenido que pasar varias veces por las anteriores etapas. Podemos tener la sensación de estar avanzando y retrocediendo, pero es lo que habitualmente requiere el proceso de recuperación.

Aceptar lo que pasó realmente (y no lo que nos hubiera gustado) nos dará otra perspectiva para mejorar nuestra forma de relacionarnos con los demás y sobre todo, de querernos a nosotros mismos.


22 de mayo de 2015

Límites

Cada vez que permitimos que alguien sobrepase nuestros límites nosotros movemos hacia atrás nuestras fronteras. A medida que cedemos más, nos encontramos tolerando cosas que jurábamos que nunca admitiríamos y actuando de una forma que jamás hubiéramos imaginado.

No solo empezamos a pasar por alto conductas anormales, insanas e impropias, sino que nos convencemos de su normalidad y de que nos las merecemos. Podemos acostumbrarnos al abuso verbal y a un trato irrespetuoso casi sin darnos cuenta, pero en lo más profundo de nuestro ser una parte importante de nosotros lo sabe y nos lo dirá si la escuchamos.

Es fundamental que establezcamos límites sobre lo que haremos y también acerca de lo que permitiremos a la gente que nos haga o que haga por nosotros. Los que nos rodean necesitan saber que tenemos límites, y es nuestra responsabilidad fijarlos y dárselos a conocer. Requeriremos de algún tiempo para pensar en ellos, y una vez los tengamos definidos serán necesarias grandes dosis de energía y consistencia para hacerlos respetar.

Algunas personas se enfadarán con nosotros, ya que no podrán seguir usándonos como lo han hecho hasta ahora. Intentarán que volvamos al antiguo sistema de dejar que nos usen o abusen de nosotros. No tenemos por qué sentirnos culpables y debemos ser consistentes cuando nos pongan a prueba con enfados, chantajes o cualquier otra estrategia que lo que pretenda sea sobrepasar nuestros límites.




19 de mayo de 2015

Las fases del duelo (IV): Depresión

Cuando hayamos pasado por las anteriores fases del duelo y por fin nos demos cuenta de que nuestra relación se ha terminado de verdad, es normal que empecemos a tener un profundo sentimiento de tristeza y decepción.

Nos lamentaremos por no haber sido lo suficientemente buenos para que nuestra ex-pareja cambiara, como una prueba de amor hacia nosotros, o que al menos volviera suplicándonos perdón por todos los errores que cometió a lo largo de la relación. 

En esta etapa del duelo romperemos a llorar de repente, nos sentiremos culpables y pensaremos que hemos perdido todo el tiempo y el esfuerzo que invertimos en la relación. 

Será particularmente difícil lidiar con estos sentimientos si reconocemos que se trataba de una relación tóxica y aun así seguimos extrañándola. Nos llevará tiempo aceptar que hemos estado aferrándonos a algo que nos generaba mucho sufrimiento para tratar de compensar nuestras carencias afectivas y no tener que enfrentarnos a la soledad, o mejor dicho a estar con nosotros mismos. Debemos ser pacientes y darnos nuestro tiempo para que podamos pasar página, en lugar de castigarnos y sentirnos culpables por añorar aquello que tanto nos hizo sufrir.

Al terminar una relación de pareja, aunque esta haya sido de lo más tormentosa, es normal pasar por una fase más o menos larga en la que nos encontraremos sumamente tristes. Ser poco indulgentes con nosotros mismos y tratar de escondernos de nuestros sentimientos de dolor será lo que pueda hacernos caer en una depresión como tal, por lo que es fundamental que aceptemos y abracemos nuestra tristeza para que más adelante podamos liberarla.


14 de mayo de 2015

¡Diviértete!

Cuando hemos pasado demasiado tiempo pendientes de los demás, es habitual que alberguemos en nuestro interior un torrente de emociones que habremos reprimido por temor a ser rechazados o abandonados. Es así como terminamos saturados de sentimientos de culpa y desconfianza y preocupados por lo que todos los que nos rodean piensan de nosotros. Todo esto puede llegar a generarnos tal nivel de estrés, que sin darnos cuenta vivamos en un estado de angustia constante y olvidemos que merecemos divertirnos.

Conforme vayamos avanzando en nuestro proceso de recuperación empezaremos a saber cuáles son las cosas que nos hacen sentir bien y que nos gusta hacer. Hasta ahora no teníamos ni idea de cuáles eran porque estábamos más ocupados en saber qué les gustaba a otras personas y qué esperaban de nosotros.

Comenzar a hacer cosas solo para nosotros mismos nos ayudará a recuperarnos. Al principio podremos sentirnos incómodos porque es algo a lo que no estábamos acostumbrados, pero poco a poco nos iremos sintiendo mejor. 

Incluso cuando trabajamos en minimizar nuestras características codependientes seguiremos teniendo esa inclinación, pero al tomar conciencia de ellas y reconocerlas cuando aparezcan aprenderemos a controlarlas y a no dejar que dominen nuestra forma de actuar.

Podemos y debemos permitirnos disfrutar de la vida, no sólo de los momentos de fiesta y celebración, sino de todas las pequeñas cosas que nos brinda cada día. Parémonos a pensar en todo lo que tenemos y nos daremos cuenta de que es más de lo que creíamos, es cuestión de que aprendamos a valorarlo y a estar agradecidos por ello.





12 de mayo de 2015

Perdón

Saber perdonar es algo que nos hace grandes, pero solo podemos perdonar a los demás si nos hemos perdonado antes a nosotros mismos. Cuando tomamos conciencia de nuestras limitaciones y las aceptamos, nos es más fácil comprender y aceptar también las de los que nos rodean. 

El problema viene cuando perdonamos repetidamente a las mismas personas. Escuchamos promesas, creemos en mentiras y esperamos cambios que nunca llegan, y mientras tanto sufrimos. Perdonar a alguien no significa que tengamos que dejar que siga lastimándonos. Es importante que sepamos reconocer cuándo necesitamos dar un paso atrás para que él o ella no puedan hacernos más daño.

Tampoco podemos perdonar a quien no nos pide disculpas. Si alguien nos ha hecho sentir mal por algo, es nuestra responsabilidad hacérselo saber, pero será una decisión suya disculparse o no. En caso de que no nos pidan perdón por algo que nos ha ofendido, no tenemos que fingir, estamos dolidos por ello y no debemos disimularlo. De lo contrario, la otra persona recibirá el mensaje de que no pasa nada y no se replanteará su comportamiento, al no ver ninguna consecuencia del mismo.

Por último, el perdón vendrá a su debido tiempo. No nos sintamos obligados con nadie, somos nosotros los que debemos sentir cuándo es el momento, aunque perdonar a alguien de corazón nos libera y nos ayuda a seguir adelante. De lo contrario, el rencor y el odio se enquistarán dentro de nosotros y no nos permitirán seguir creciendo, por lo que es mejor liberarnos de esos sentimientos negativos cuanto antes.




9 de mayo de 2015

Las fases del duelo (III): Negociación

Es en esta fase del duelo cuando empezamos a preguntarnos qué habría sucedido si hubiésemos actuado de otra manera y nos planteamos qué se podría haber cambiado en nuestra relación para que funcionara. Se nos ocurrirán muchas ideas que estaremos tentados de compartir con nuestra ex-pareja y negociar las condiciones con las que estaríamos dispuestos a volver. Este deseo de negociación o regateo suele estar casi siempre guiado por nuestro ego y a veces por nuestra desesperación, al pensar  que él o ella es lo mejor a lo que podemos aspirar. Podemos conformarnos con muy poco con tal de recuperar a nuestra pareja y en ocasiones preferimos tener una relación mediocre a enfrentarnos a la soledad. Inconscientemente nos ponemos a nosotros mismos el cartel de REBAJAS para que alguien nos compre.

Cuando decidimos cortar el contacto para poder recuperarnos mejor y más rápido, es habitual que pensemos que en ese tiempo nuestro ex se ha transformado por arte de magia en la mujer o el hombre perfectos. Incluso tenemos miedo de que venga otra persona y se lo lleve. Todos los aspectos negativos que fueron determinantes para poner fin a la relación ahora parecen haberse esfumado, solo recodamos los buenos momentos, las palabras bonitas y los gestos de cariño. 

Para que esta fase sea productiva y podamos avanzar en nuestro proceso de recuperación, debemos mantener los pies en la tierra y saber que la relación no funcionó por unos motivos, y que hasta que estos no desaparezcan no habrá lugar para una relación satisfactoria. Si entre las razones de la ruptura estuvieron el carácter, la forma de ser de nuestra ex-pareja o su incompatibilidad con la nuestra, es prácticamente imposible que eso cambie cuando ya somos adultos. Es mejor que nos centremos en buscar personas compatibles con nosotros en lugar de empeñarnos en que esa relación funcione y perdamos nuestra dignidad por el camino.

5 de mayo de 2015

Las fases del duelo (II): Rabia

Una vez hayamos pasado la primera fase de negación, es habitual que empecemos a sentir rabia. Estaremos enfadados porque las expectativas que teníamos puestas en la relación no se han cumplido. Si además, para evitar que se terminara hemos actuado de un modo que no era el mejor para nosotros, es muy normal que nos sintamos aún más enfadados. Cuantas más cosas hayamos pasado por alto y más hayamos tolerado a nuestra ex-pareja, mas indignados nos sentiremos. Es muy común el sentimiento de "cómo ha podido hacerme esto, con todo lo que yo he hecho por él/ella".

Cuando la persona a quien hemos dado todo no nos ha correspondido como nos hubiera gustado, podemos sentirnos frustrados y poco valorados. Tendremos la tentación de volver a hablar con él o ella para hacerle ver lo mal que se ha portado con nosotros y lo poco que nos merecíamos ese trato. 

Es muy importante que respetemos el Contacto Cero durante esta fase del duelo para que aprendamos a valorarnos a nosotros mismos, sin necesitar la validación de nuestra ex-pareja. Debemos aceptar y aprender a convivir con todos los sentimientos de rabia, rencor, ira o enfado que puedan surgir en nuestro interior. Habrá unos días mejores y otros peores, pero si nos centramos en cuidar de nosotros mismos y evitar el contacto, iremos ganando cada vez mayor autoestima y determinación para saber que estamos en el camino correcto.